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light CHONGQING.- Tras confesar a su mujer que era homosexual, Yu Hu vivió un calvario de 19 días en un medical center psiquiátrico que pretendía «curarlo» a pesar de que China no considera la homosexualidad como una enfermedad mental desde 2001. La mujer de Yu aceptó rápidamente el divorcio, pero fue su propia familia la que decidió ingresarlo a la fuerza en el medical center, del que pudo salir gracias a la movilización de su compañero sentimental y defensores de los derechos humanos. La experiencia llevada a cabo por Bionor en la universidad de Aarhus en Dinamarca en 20 pacientes seropositivos permitió desalojar al virus inactivo en la reserva gracias a la romidepsina, un anticancerígeno, y después eliminarlo parcialmente. OSLO.- Una empresa noruega de biotecnología que trabaja en una vacuna contra el VIH anunció los primeros resultados alentadores en el marco de un tratamiento que pretende desalojar y posteriormente eliminar el virus del cuerpo de los seropositivos. Nasser Al-Khater, portavoz del Mundial, afirmó en conferencia de prensa «quien luzca la bandera LGTBI en el Mundial será arrestado por seven u eleven años».

Catar 2022: lucir la bandera LGBTI se castigará con entre 7 y 11 años de cárcel Con el Mundial de Catar 2022 acercándose a pasos agigantados, más detalles polémicos se siguen conociendo respecto a la principal cita futbolística en el país de Medio Oriente. Con más de 34 millones de muertos hasta la fecha, el VIH, virus responsable del sida, continúa siendo un problema mayor de salud pública, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La última de ellas, de acuerdo a El Confidencial, es que autoridades catarís confirmaron que portar la bandera LGBTI durante el certamen será castigado con hasta 11 años de cárcel. Tras activar el virus, lo que normalmente debería desembocar en la detección de éste en la sangre, Vacc-4x eliminó células que lo producen llevándolas a «un nivel indetectable o muy bajo en sangre en 15 de los seventeen pacientes» que participaron en el estudio hasta el last, indicó Fischer Ravn. Durante 19 días, debió resistir los golpes propinados por los empleados y tuvo que tomar unos comprimidos destinados a «corregir» su orientación sexual. En diciembre de 2014, un tribunal de Beijing condenó a una clínica en la localidad de Chongqing que practicaba tratamientos para «curar» la homosexualidad.

A finales de 2014, 36,9 millones de personas en el mundo vivían con el VIH. Unas declaraciones que se viralizan al mismo tiempo en que alrededor del mundo se conmemora el Día del Orgullo y por el cual FIFA, ente rector del fútbol internacional, se sumó luciendo los colores arcoíris en sus redes sociales. Esa reserva vírica es uno de los mayores obstáculos para la elaboración de un tratamiento que permita garantizar un cura completa. Un tratamiento cuesta cerca de 3 mil dólares, pero los gastos pueden subir si los médicos consideran que se necesitan «tratamientos» complementarios, dice el colectivo LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgéneros) de Beijing. El VIH permanece agazapado en el cuerpo de las personas sometidas a tratamiento, en forma latente, pero vuelve a aparecer en el momento en que se detiene la medicación. En Italia visité Roma, Venecia y Capri y en Francia me enamoré de PARIS que es una ciudad hermosa al igual que sus hombres.

Los jueces consideraron entonces que la homosexualidad no era una enfermedad. China retiró la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales y desde entonces los «camaradas» (como se apoda a los homosexuales) han tenido una mejor aceptación social, sobre todo entre los jóvenes urbanos. Las «terapias de conversión» -que los expertos consideran no científicas, porn-website ineficaces e, incluso, peligrosas- siguen siendo propuestas por numerosas clínicas, que no dudan en abusar de la angustia de los jóvenes homosexuales o de la inquietud de sus familias. Actualmente, los tratamientos antirretrovirales permiten controlar el virus en los pacientes seropositivos, pero no deshacerse de él definitivamente. La estrategia de «activar» al virus inactivo, expulsarlo y eliminarlo, conocida en inglés como «kick and destroy», parece prometedora, si bien los experimentos efectuados por Bionor aún no han sido validados ni publicados por una revista científica. Cada paciente había sido vacunado previamente con Vacc-4x, desarrollado por Bionor. Pero a pesar de esa condena, las clínicas de la megalópolis de Chongqing continúan actuando con whole impunidad recurriendo a electrochoques, camisas de fuerza, encierro e incluso castración química.